Ciudadano
JUAN GERARDO GUAIDÓ MÁRQUEZ

Coronel (Ej-Ven) Manuel A Ledezma Hernández

 Ciudadano presidente (e) de la presidencia de la república de Venezuela.
Reconozco que es muy alta presunción de mi parte que usted pueda leer esta colaboración, por tres razones fundamentales: 1. No nos conocemos; 2. Su tiempo es muy escaso debido a los altos compromisos nacionales e internacionales que ha contraído; 3. Ya está siendo aislado por sus colaboradores más inmediatos como consecuencia del punto Nº 2 mencionado. Sin embargo, nada de lo anterior me limita para decirle algunas cosas relacionadas con nuestra fuerza armada; quizás, por algún azar, esto llegue a su conocimiento.
No sé quiénes conforman y cómo están organizados sus asesores en el área militar, pero es mi apreciación que no lo están haciendo muy bien y me voy a permitir expresarle mi opinión el por qué creo eso.
Quizás algunos sean egresados del IADEN - o como se llame ahora en esta “roboilusión” – con un muy alto índice de rendimiento académico, pero el hecho es que eso no significa que realmente conozcan a la fuerza armada en su quinta esencia primigenia: la mujer y el hombre militar.
Ya son muchos y variados los mensajes - y hasta órdenes, como la impartida hoy - emitidos por usted personalmente y por otros entes que trabajan para usted o son independientes. Esos mensajes, aunque muchos son emotivos, no llegan al verdadero destinatario por múltiples razones que me permitiré resumir a continuación:
1. Siguen el patrón de una arenga que, en realidad, no aviva el ánimo a quien va dirigido. Esa parafernalia de cornetas, marchas, himnos, desfiles, colección de armas, banderas, menciones de héroes de la independencia y hechos gloriosos del pasado, frases magistrales, todo eso, en esos momentos, carecen de importancia.
2. Los mensajes no contienen un real propósito de convencimiento, son mensajes, por decirlo de alguna manera, vacíos, insulsos, fútiles, “forzados” porque están concebidos para obligar o precisar al receptor del mensaje para que ejecute algo.
3. Van dirigidos, principalmente, a una “cosa”, a un conglomerado humano al que han llamado institución armada y ella, como tal, como ser inanimado que es, ni siente ni padece y es aquí donde radica la principal deficiencia porque ignora la quinta esencia primigenia de cualquier fuerza armada.
¿Sabe por qué sucede eso?, porque a través de nuestra existencia, desde la etapa colonial hasta el día de hoy 12 de febrero de 2019, el militar venezolano ha sido visto casi como una “cosa”, que puede ser usada a capricho de un personaje denominado Comandante en Jefe que no tiene ni remota idea de lo que es y lo que significa ser militar; ese militar profesional, porque SÍ LO ES y el soldado y el marinero alistado, siempre han sido infravalorados; se les critica si recibe una justa remuneración porque se cree que ese ser humano no es útil, que solo vegeta dentro de cuatro paredes de un cuartel; casi no es considerado como ciudadano del país; son tratados hipócritamente porque lo que sí se sabe muy bien es que, esa “cosa”, se puede “usar” cuando alguna situación en particular se hace difícil de resolver y que, generalmente, no son originadas por ese ser humano llamado militar; situaciones que muchas veces son generadas por acciones de los políticos y por los mismos ciudadanos que no saben elegir a sus administradores.
Ciudadano presidente (e) de la presidencia de la república de Venezuela, ¿quiere ganarse la voluntad de la verdadera fuerza armada?, entonces tome en cuenta a la mujer, al hombre y no a la maquinaria denominada fuerza armada; distánciese de esa caterva de generales y almirantes fabricados por la involución generada por la “roboilusión” predadora de nuestras riquezas, nuestra libertad, de nuestras esperanzas, de nuestras ilusiones, de nuestra felicidad, de nuestra salud, ¡DE NUESTRAS VIDAS!, y que están buscando un agujero para ver como sobreviven a lo que inevitablemente se avecina, ¡no les brinde ese espacio!
En diversas oportunidades he oído que usted considera nombrar un ministro de la defensa que supuestamente tiene seguidores dentro de la fuerza armada, bueno, tenga mucho cuidado con eso porque “seguidores” tienen los caudillos y los soldados tenemos líderes y LÍDER, muy abreviado, en nuestra fuerza armada, es esa mujer u hombre investido de autoridad y comando; que come y duerme,  después que todos sus soldados hayan comido y estén cómodos en sus dormitorios o barracas; es aquél que vela por sus soldados enfermos o heridos, los visita con frecuencia y hace que sean atendidos eficaz y eficientemente; es aquel que está pendiente del bienestar de sus soldados inclusive el de su familia; es aquel que vela por la seguridad social que tiene que proteger a sus soldados y a su familia; es aquel que defiende a sus soldados ante las injusticias de las que pueden ser víctimas; es aquel que se preocupa para que sus remuneraciones sean justas, suficientes y que las reciba exactamente en el momento que tiene que recibirlas; es aquel que se preocupa porque sus soldados tengan una vivienda digna; es aquel que lucha ferozmente para que sus soldados sean vistos como ciudadanos y disfruten de los derechos humanos, económicos, sociales y políticos que les garantiza nuestra constitución y las leyes, con la única excepción de la no militancia, beligerancia ni dependencia político partidista ni está al servicio exclusivo de persona alguna; es aquel que no se pertenece porque está dedicado las 24 horas del día, los 365 días del año, incondicionalmente, al servicio de la Nación y de sus habitantes, aún a costa de su propia felicidad y bienestar familiar y más aún, a costa de lo más sagrado como es la propia vida, tal y como se lo exige su juramento.
Dígame usted, ¿cuántos de esos advenedizos generales y almirantes que han comenzado a acercársele clandestinamente reúnen, aunque sea la mitad de lo enumerado antes?, si así fuera no existirían tantas solicitudes de baja no aprobadas, tantas deserciones en todos los niveles jerárquicos, apatía, negligencia, deficiente entrenamiento y capacitación militar, y lo más grave, no se hubiera aceptado la intromisión de agentes y militares cubanos dentro de nuestra fuerza armada y otras dependencias vitales para la república.
Han mencionado a un general, en situación de retiro, como posible ministro de la defensa in pectore, cuidado, mucho cuidado. Procure considerar otro, también en situación de retiro y “no contaminado” por la “roboilusión”; este oficial, General de División, fue ministro de la defensa y aunque tuvo la oportunidad de tomar la presidencia de la república como consecuencia de cierto desastre, donde todos los poderes nacionales estuvieron ausentes, ese general se mantuvo firme y defendió la constitución, impuso la paz y devolvió a los poderes sus respectivas responsabilidades. Fue el Lucio Quincio Cincinato del siglo XX.
Ciudadano presidente (e) de la república, acuda y sensibilice a esa quinta esencia primigenia que no es otra sino ése ser humano que decidió ser militar; un ser humano casi nada valorado, que en épocas de bonanza y paz es ignorado, pero que en épocas de calamidades se le reclama obsesivamente su participación para corregir entuertos del cual él no es responsable en absoluto ya que ni pone ni quita gobernantes; es a él a quien acuden cuando suceden los desastres naturales para que les sirvan de amparo, protección y ayuda; es él quien lo hace desinteresadamente a pesar de los desprecios sufridos y sin esperar ninguna recompensa, excepto algo tan inmaterial y difuso como es el sentimiento del deber cumplido.
Dígale a esos seres humanos, sin demagogia, a ese soldado, a ese guardia nacional, a ese marinero, cuál es el “futuro positivo” que le espera; no le haga mención a un “futuro negativo, obscuro” si se opone a los designios de una patria libre y próspera, ¿sabe por qué?… porque, aunque no lo sea, se oye como una amenaza y a los soldados no nos gusta que nos amenacen.
Tenga presente que para el militar en servicio activo es difícil atender abiertamente a su llamado porque se encuentra en una situación inédita para él, tan inédita que incluso el mundo entero está atento a ella y su desenlace.
Gánese esa quinta esencia primigenia y verá que en el momento preciso la tendrá a su lado, pero olvídese de esos generales y almirantes de ahora o que estuvieron y disfrutaron de las “mieles” de la roboilusión, porque ellos solo velaron y aún velan por y para sí mismos.
En estos momentos el verdadero y único líder para la fuerza armada es usted y no se le ocurra olvidarlos o mantenerlos en la siempre presente ignominia ya que, usted lo sabe muy bien, ellos también tienen cifrada sus esperanzas en usted y solo en usted. ¡No los use, gáneselos!
Ellos, los activos, y nosotros los retirados, así como los familiares sobrevivientes, también hemos sido víctimas de este desgobierno, algo que, insisto, no sucede con los generales y almirantes… y unos cuantos coroneles y capitanes de navío y sus familiares inmediatos que han disfrutado de las máximas prebendas y han servido de imagen y ejemplo para que el común de los ciudadanos sostenga que la fuerza armada es corrupta.
Usted necesita a las mujeres y a los hombres de la fuerza armada de Venezuela y nosotros lo necesitamos a usted. No nos defraude. Sería el apocalipsis nacional.
Febrero, 12 de 2019