HONOR Y LIBERTAD
Sin rendición, sin olvido; ¡firmes y dignos!
Coronel (EjV)
Manuel A Ledezma Hernández
«Dedicado a todos los hombres y mujeres que, con valor y sacrificio,
defendimos la patria y mantenemos viva la esperanza de un futuro justo».
Este artículo busca recordar nuestra fuerza ancestral y motivarnos a
mantenernos firmes y dignos, sin rendición ni olvido, enfrentando los desafíos
de hoy con pasión y determinación. La verdadera grandeza nace al mantenernos
firmes, honrar nuestras raíces y luchar por un futuro mejor.
Dentro de cada uno de nosotros habita un espíritu indomable, un fuego que
no se apaga ante la adversidad. Somos herederos de una historia rica en honor y
libertad. En nuestros corazones corre la sangre de los valientes guerreros
Caribes de esta Tierra de Gracia, que la defendieron con coraje y valor.
Que su ejemplo, junto a nosotros, los viejos soldados, nos inspire a
nunca bajar la cabeza y a levantarnos siempre con fuerza renovada. Somos firmes
y dignos, no solo como un acto de valentía, sino un compromiso con nosotros
mismos, con quienes nos precedieron y con quienes vendrán.
Juntos enfrentamos los retos de antes sin rendición, firmes, con coraje y
el corazón en alto y hoy como ayer, estando ya viejos, estamos dispuestos a
enfrentar los nuevos retos que se presentan en el presente.
Fuimos nosotros, los viejos soldados, quienes en momentos de dificultad
no dudamos en alzar la voz y actuar con firmeza para proteger lo que amamos.
Nuestra entrega y coraje son el legado que nos guía cada día,
recordándonos que la libertad y la justicia no se regalan, sino que se conquistan
con esfuerzo, perseverancia y lucha.
Nosotros enfrentamos con fuego, sangre y muerte a un enemigo que
pretendía sojuzgarnos bajo el yugo de una ideología absurda y retrógrada, que
amenazaba con borrar nuestra identidad y libertad. Pero nuestra resistencia fue
más fuerte; sentamos un precedente único en el mundo, demostrando que con la
voluntad de un pueblo unido, decidido y fundido con sus Fuerzas Armadas Nacionales pudimos hacer historia e incluso
modificar la estrategia y la táctica de combate y destrucción de la guerrilla
urbana y rural que pretendían imponernos la doctrina comunista-socialista
cubana durante los años ´60 y parte de los ´70 y logramos cambiar el curso de
la historia dejando una huella imborrable para las generaciones siguientes.
Cada batalla librada fue un capítulo de sacrificio y valentía, donde no
solo defendimos nuestra Tierra de Gracia, sino también los
valores que nos definen como nación. Fuimos la fuerza del espíritu, la convicción
de que un futuro mejor era posible y el que nos sostuvo en los momentos más
oscuros.
Hoy, en estas horas amargas recordamos a aquellos compañeros que dieron
todo, incluyendo sus vidas, sin pedir nada a cambio, y honramos su memoria
manteniendo viva la llama de la esperanza.
Sin embargo, volvemos a enfrentar las mismas amenazas, pero ahora más
fortalecidas y sofisticadas como consecuencia de la molicie que nos consume, el
tráfico de estupefacientes que corroe nuestras comunidades, y nuevos pseudos líderes
corruptos, políticos y militares, amasadores insaciables de fortunas, que
enriquecen en sus torres de cristal… mientras nosotros, y ustedes los jóvenes, luchamos
en trincheras invisibles, batallando cada día por sobrevivir y mantener nuestras
familias.
Esos especímenes corruptos no son más que títeres sin alma, movidos por
hilos de codicia que los ciegan ante el dolor que dejan a su paso.
Nuestro sacrificio, nuestras heridas, nuestras noches sin descanso, son
para ellos un pasado que hay que borrar, desecharnos y lo están logrando con
nosotros y con ustedes cuando ellos consideren que somos desechables y nos convertirnos
en simples números en una cuenta bancaria que crece sin límites para ellos.
Ellos no conocen el frío de la soledad ni el peso de nuestras pérdidas ni
tus pérdidas; sus manos nunca se ensuciaron ni se ensuciarán con la sangre
derramada y mucho menos la que en estos momentos se derrama y se seguirá
derramando en campos que ellos no pisan ni les importa un bledo.
Mientras nosotros y ustedes cargamos con el peso de la miseria, ellos se
alimentan de nuestro sufrimiento, construyen imperios de avaricia sobre los
huesos de quienes, sin pedir nada a cambio, dieron todo para que tuviéramos un
país próspero, libre de alimañas con mentes retorcidas e izquierdas resentidas.
Tengo algunas preguntas y reflexiones para ustedes jóvenes militares:
¿Hasta cuándo permitirán que los usen como peones en un juego que no es
suyo?
¿Cuánto más soportarán que su valor sea medido en miserables y devaluadas
monedas y transformar sus vidas y las de su familia, en sacrificio destinado al
olvido y desechados por inservibles?
¿Por qué mientras ellos amasan fortunas mal habidas, son ustedes,
nosotros y nuestras familias, las verdaderas almas que sostenemos el peso de un
mundo que parece no importarles?
La locura de esta guerra no es solo la violencia y la miseria que se ve y
se padece, sino la indiferencia de aquellos que, desde sus tronos, deciden nuestros
destinos y de todos nuestros familiares sin mirarnos a los ojos.
Es hora de que veas más allá del humo y el estruendo silencioso que se
está gestando en nuestro Caribe. ¿Te esconderás? ¿Crees que podrás lograrlo? ¿Tú
sigues creyendo en los cuentos de hadas o en pajaritos preñados?... ¡Pobre iluso!...
te encontrarán hasta debajo de las piedras y hasta en el infierno si decides
esconderte allí.
¡Despierta! No permitas que te sigan usando como carne de cañón en esta
batalla de codicia y poder.
Ustedes, que también llevan en sus venas la fuerza de mil generaciones, ¡reaccionen
y rompan esas cadenas invisibles que los atan a un destino impuesto por tiranos
disfrazados de líderes!
Hagan que sus voces retumben como trueno en esos palacios donde tejen tus
miserias y nuestras miserias y las de todos nuestros familiares.
Haz que tu coraje sea el fuego que queme la oscuridad empuñada por la
espada de la injusticia, la miseria y la desesperanza.
¡Jóvenes soldados, reaccionen! Nosotros, los viejos soldados, estaremos a
su lado, apoyándolos y respaldándolos, porque ustedes tienen el poder de transformar
el miedo en libertad.
Hagan que tiemblen los que se enriquecen con nuestro dolor, tu dolor y el
de tu familia, mi familia y muchas más como ellas, porque ha llegado la hora de
reclamar lo que es nuestro, tuyo, de tu familia y de esta Tierra de Gracia: la
dignidad, la justicia y la paz verdadera.
Si es necesario que tu vida y tu sangre se derramen, que sea por la
libertad, la justicia y por esta Tierra de Gracia que Dios Todopoderoso nos
regaló y no por defender narcotraficantes, pseudos políticos corruptos saqueadores
de nuestras riquezas como nación, incluyendo las que tú y nosotros hemos forjado
con nuestro esfuerzo, trabajo e innumerables sacrificios personales.
No permitan que nuestra libertad, tu libertad y la de tu familia, sean
entregadas a fuerzas extranjeras que solo nos pasarán factura y perpetuarán
nuestro sometimiento.
¿Podrán verse al espejo si nuestro país tenga que agradecer, y pagar con creces,
el favor recibido de otro país?
Si realmente piensan así, entonces renuncien de inmediato. No sigan
deshonrando el uniforme y despójense de él y de cada uno de los galardones que
han mancillado con su deslealtad, porque han traicionado todo por lo que otros
dieron la vida.
¡No
merecen ni un segundo más esos privilegios!
¡No
son dignos de ellos!”
Recuerden siempre que son mucho más que soldados; son los garantes finales
de la libertad y la justicia de nuestra patria porque si nadie más lo hace, son
ustedes y nosotros los viejos soldados los que tenemos la obligación de
hacerlo...
¡Y LO
HAREMOS!
No permitamos que la codicia y la traición nos arrebaten lo que con tanto
sacrificio defendemos.
¡Adelante! Siempre adelante, siempre firmes y dignos, porque la
libertad es nuestro legado y nuestro deber.
¡La libertad no se negocia, se defiende!
¡Y nosotros somos su escudo y su espada!
Noviembre, 16 de 2025