¿Para qué una
fuerza armada?
Pregunta polémica
Coronel (Ej-Ven) Manuel A Ledezma
Hernández
Parte de la ciudadanía, y no me refiero únicamente a los
residentes en nuestra TIERRA DE (des-) GRACIA, sino a muchas otras naciones donde los militares
son vistos y considerados, benévolamente, como “un mal necesario”, pero… ¿acaso los males son
“necesarios”?, ¿por qué padecer un mal?, ¿no es preferible erradicar ese mal y
vivir más saludablemente y sin “padecimientos”? ¡Claro que sí!, ¿entonces, para
qué debemos mantener una fuerza armada?
Son muchos los argumentos en contra de ese sostenimiento.
De hecho…existen países que no tienen una fuerza armada como tal y sobreviven
entre el concierto de las naciones sin ningún problema. ¿Cómo es esto posible?,
porque estas naciones están amparadas por el “paraguas” militar de otra nación más poderosa y aquí volvemos a la
pregunta original, algo modificada: ¿por qué esa nación “paragua” SÍ necesita una fuerza armada?
Bueno…existen muchas justificaciones; algunas traídas por
los “pelos”; otras más sensatas pero
igualmente “algo manipuladas”, dadas
las circunstancias, el momento y el lugar donde se exponen esas justificaciones.
Entre éstas últimas transcribo una que, quizás, recoja un poco más ampliamente
la justificación de una fuerza armada y que presuntamente fue expresada por el
ciudadano estadounidense Barack Obama,
presidente de EE.UU., el Día del Veterano en 2010:
"...Es gracias a los soldados, y no a los sacerdotes, que podemos
tener la religión que deseemos.
Es gracias a los soldados, y no a los periodistas, que tenemos libertad de
prensa.
Es gracias a los soldados, y no a los poetas, que podemos hablar en
público.
Es gracias a los soldados, y no al Decano del Campus, que existe libertad
de enseñanza.
Es gracias a los soldados, y no a los abogados, que existe el derecho a un
juicio justo.
Es gracias a los soldados, y no a los políticos, que
podemos votar..."
¡Ajá!… Pero esto lo dijo el Comandante General de la más
poderosa fuerza armada conocida en la actualidad, y aunque son muy halagadoras
para los militares, también son discriminatorias para el resto de la sociedad
que, con su trabajo, conocimientos y sacrificios, contribuyen para que esa
fuerza armada pueda existir y cumplir con el rol que les corresponde dentro de
la sociedad ¿cierto?, pero tampoco es posible negar que esa fuerza armada les
retribuye ese esfuerzo cuando cumple con su rol asignado, independientemente de
los calificativos que se les endilgan.
Esa misma disposición de retribuir a sus conciudadanos el
esfuerzo que hacen para que exista una fuerza armada que los proteja y hagan
respetar sus derechos se observa en las fuerzas armadas de España, Reino Unido,
Francia, Alemania, Colombia, Canadá, Italia, Chile, Paraguay, Brasil y con
mención especial de mi parte, Honduras. ¿Recuerdan el por qué?
Todas las Cartas
Magnas de las naciones del mundo le asignan un rol específico a sus fuerzas
armadas y que, resumidamente, es: “defender, aún a costa de su vida, el
territorio nacional, su soberanía e independencia, proteger a sus conciudadanos
y la Ley Suprema de su nación”. Sólo cuando una fuerza armada cumple
con su trabajo asignado en la Carta Magna de su país es cuando se justifica su
existencia.
Si una fuerza armada, por omisión o por acción, deja de
cumplir con su razón de ser; abandona su tarea principal y pasa a desempeñarse
como una fuerza de ocupación de su propio país; cuando abandona la protección y
defensa del territorio nacional (tierra, agua, aire) permitiendo que naciones
vecinas la irrespeten y desconozcan los acuerdos y tratados limítrofes; cuando
esa fuerza armada acepta y convive con bandoleros extranjeros que usan el
territorio nacional para guarecerse y evitar la detención o destrucción de
parte del país vecino afectado por sus fechorías; cuando da albergue y convive
con narcotraficantes; cuando esa fuerza armada se trasforma en un colaborador,
y actor, del contrabando afectando la economía del país propio; cuando se
convierten en mercachifles para la venta de cebollas y ajos; cuando cada cierto
tiempo se presentan como una comparsa de payasos debido a sus indumentarias;
cuando, en definitiva, se convierten en sumisos obedientes cumplidores de órdenes
de un poder extranjero permitiendo que su Patria se transforme en una heteronomía…, ¿se justifica la
existencia de esa fuerza armada?, ¿para qué?
¿Acaso no es preferible, ante la prácticamente invasión
aceptada, “cambiar de dueño” y firmar un acuerdo de defensa y
protección con otro país más poderoso?
Veinticinco naciones independientes y soberanas abolieron
sus fuerzas armadas e invierten en salud, educación, infraestructura, seguridad
social y otros beneficios para sus ciudadanos el costoso mantenimiento de una
organización que, al fin y al cabo, no cumple con sus obligaciones.
Allí está el ejemplo de Costa Rica que enfrenta una larga
disputa con Nicaragua por el derecho de navegación del Río San Juan y ésta última,
con una fuerza armada a su disposición, no ha podido imponer su voluntad a su
desarmada vecina.
¿Pensamiento sacrílego de un militar?… ¡si y no!…y esta
respuesta cantinflera, contradictoria,
a la anterior pregunta dependerá de la respuesta a ésta otra: ¿vale la pena
sostener y gastar ingentes cantidades de dinero en una organización que no
cumple con su deber y que si lo hace es solo “a medias y según su conveniencia”?
Dicho en términos llanos, los
militares tienen una razón de ser en una sociedad, y si no la cumplen o
alcanzan, entonces no se justifican cualquiera que sea su entorno geográfico,
económico o histórico. Si fallan a ese “deber ser” se les debe sustituir
por lo que requiera la sociedad para su seguridad y protección.
Somos muchos los que creemos que,
por razones geográficas y económicas, se necesitan unas fuerzas armadas
modernas, fuertes, respetuosas, orgullosas de su misión y de su papel al
servicio de la sociedad que las mantiene. Garantes de la vida de sus
conciudadanos, así como la integridad territorial, la vigencia y salud de las
Instituciones que sostienen la República. Para esto es necesario estar
orgulloso de ser Militar y ¡sentir! el Honor
de portar el uniforme, sus armas y sus símbolos patrios. No todos los
militares pueden tener ese sentimiento y ello los convierte en vulgares
mercenarios.
El militar no es un sirviente
armado del poder político de turno, ni un guardia pretoriano del Presidente. La
fuerza armada es propiedad exclusiva
de la Nación y son creadas única y exclusivamente para sostenerla; quién
ejerza la presidencia de la República no puede disponer de ellas para
satisfacer sus caprichos personales ni los objetivos políticos de su partido y,
si esto sucediera en cualquier país democrático, el militar está en la obligación
de negarse a poner su servicio y sus armas para el logro de semejante barbaridad
y cuanto más alto es el grado del militar, más grave es su deber de negarse.
El militar debe estar claro sobre
los conceptos Estado y gobierno; ellos no son sinónimos. Además, debe saber
diferenciar entre Estado y nación, ya que existen, hasta ahora, 22 naciones (no
minorías) sin Estado y algunos Estados que aglutinan a distintas naciones.
A estas alturas algunos pensarán
que el militar debe inmiscuirse en la política. Bueno es necesario aclarar que
existe Política y política. La primera
corresponde a la Política de una Nación, sus relaciones con sus pares en el
mundo y la “otra” política es la doméstica, la que llevan a cabo internamente
los diferentes actores del acontecer de la nación, es en ésta la que no debe
inmiscuirse la fuerza armada; en la, llamémosla, “macro política” la fuerza armada interviene automáticamente sólo con
su existencia, sin necesidad de discutir, ni alharacas.
Cuando la fuerza armada entra en la “micro política”, o política doméstica, lo primero que destruye es
su unidad y la disciplina; además, cuando participan en esa “micro política” lo hacen portando armas
y al agotarse los argumentos, ¿qué cree usted que sucederá?
Cuando el gobierno de
un Estado involucra a su fuerza armada en la “micro política” la dañan, la destruyen, porque las usa para
reprimir con el solo propósito de defender intereses del partido de gobierno o egoístas
intereses de los gobernantes de turno; usan la fuerza armada para destruir sus adversarios
o a quienes opinen diferente.
En el ínterin la
fuerza armada inclusive pone sus propios muertos y, al final, regresa a su
oficio primitivo, si es que sobrevive como organización, rodeadas de enemigos, llenas
de ignominia, sin gloria ni honor y su recuperación es muy lenta, quizás le
tomará hasta tres décadas si es que la sociedad, repito, no exige su desmantelamiento
y desaparición.
Ante el abuso de unos
gobernantes, ante la pretensión de esos gobernantes de hacer uso indebido de
una fuerza armada, ante la constante violación de la Carta Magna, ante la
evidente depauperación del País, la fuerza armada simple, llana y solamente
debería decir… ¡NO!
Militar en servicio activo, ¿te
sentiste aludido?… ¿sí?… entonces significa que se alcanzó el objetivo aunque no
esté consolidado… ¿no te diste por aludido?… bueno eso no importa, la justicia
de Dios y la de los hombres te juzgarán y tus hijos y la historia te recordarán.
PS:
¿Sabe usted
que celebra Costa Rica el día 1º de diciembre de cada año?
¡Día de la abolición del ejército!
¿En el cercano
futuro tendremos un “día de la abolición
de la fuerza armada?
¡Espero y
deseo que no!
Septiembre,
25 de 2014