Sucedió en la Misa
Crismal del Jueves Santo y la Catedral fue un clamor
Venezuela, Caracas, 02 de abril de 2015
No tiene comentario, solo dar gracias a
nuestros sacerdotes.
El núcleo duro del catolicismo caraqueño se
reúne en la Catedral todos los Jueves Santos en la mañana para la Misa Crismal.
Es probablemente la celebración menos conocida de la Semana Santa y por eso
sólo van los más enterados.
La concelebran todos los párrocos de la
ciudad, junto con el Nuncio, los Obispos Auxiliares y el Cardenal, que es quien
la preside. En ninguna otra misa se reúnen tantos sacerdotes (al menos uno por
cada templo de la ciudad). Es la gran asamblea del clero.
Dado que por cada parroquia va una
representación de fieles, es usual que la Catedral se desborde.
Este jueves no fue la excepción y a eso de
las 8:30 ya se encontraba repleta. Sólo el pasillo central, por donde entran en
procesión los sacerdotes, estaba libre. De resto, no cabía un alma.
A diferencia de otras misas, en la Crismal
los fieles participan con fervor. Saben cuándo pararse, sentarse y
arrodillarse, responden fuerte y correctamente, y dejan los pulmones en cada
canto. Además, le ponen atención a la homilía, que ya es mucho decir.
Con la casulla dorada de las grandes fiestas,
el palio de Arzobispo y el solideo rojo, Urosa disertaba en su homilía sobre
las responsabilidades que tienen los sacerdotes. Y de repente hizo un viraje,
uno de sus típicos giros bruscos:
"Es importante que procuremos
presentar a Cristo como lo que es: Dios y hombre verdadero, inigualable e
irrepetible", dijo a los sacerdotes. El énfasis lo puso
en esas dos últimas palabras, que pronunció, casi, sílaba por sílaba.
"No podemos negociar, diluir esa
verdad esplendorosa. Cristo es la verdad encarnada, y por eso está en un nivel
superior al de los héroes y líderes de la historia".
Entonces comenzaron los aplausos.
"No hay ni puede haber un Cristo
nuevo", dijo con ese vozarrón que lo caracteriza, y
las palmas aumentaron.
"No podemos igualar a ningún
gobernante, aunque le tengamos un inmenso afecto, con Jesucristo".
Y ahí la Catedral se vino abajo. El aplauso
fue estruendoso, inmenso. La gente se puso de pie.
Urosa no pudo seguir. Trataba de hablar, pero
los aplausos no lo dejaban. Incluso le cantaban vivas. Había dado en el punto.
Para entender bien la reacción es necesario
pasearse por los alrededores de la Catedral.
En cada poste de luz del casco histórico del
centro de Caracas hay un afiche que dice, sobre una foto de Chávez, 'de
tus manos brota lluvia de vida. Te amamos'.
A una cuadra del templo se venden fotos de un
Chávez convertido en nube que desde el cielo bendice y promete no abandonar al
pueblo.
No faltan los afiches donde el difunto
presidente, crucifijo en mano y Sagrado Corazón de fondo, promete:
'Camarada, no temas ni desmayes que yo estaré contigo cada instante de la
vida'.
Eso lo vieron -mejor dicho: padecieron- los
fieles que estaban en la Catedral, quienes también han tenido que escuchar a
Nicolás Maduro decir que la elección del Papa Francisco se debió a la
intercesión de Chávez, y que él, el difunto, es 'el Cristo redentor de los pobres
de América'.
Todo eso estaba ahí, acumulado. Y explotó
cuando desde su cátedra el Primado de Venezuela, con sus 70 años encima, puso
las cosas en su sitio.
Había en esos aplausos un por fin liberador,
un gracias por decir lo que todos esperábamos, por levantar la voz ante tanto
abuso.
Era conmovedora la escena de una Catedral de
pie aplaudiendo a su Obispo por defender a Cristo. Un auténtico signo de
comunión.
"Es muy importante que tengamos
esto en cuenta y así lo digamos los sacerdotes: no podemos promover la
igualación de Jesucristo con personalidades humanas",
indicó a los presbíteros cuando por fin pudo a hablar.
Y dirigiéndose a su grey, les recordó las
palabras de Jesús al Satanás: "Al Señor tu Dios adorarás y
a-Él-sólo-darás-culto".
En ningún momento mencionó a Chávez ni a
Nicolás. No hacía falta: el mensaje era claro. Contundente.
"No caigamos en el error de usar
nuestro lenguaje religioso para referirnos a ninguna actividad humana. Las
categorías de salvación, redención, profecía; salvador, redentor, profeta,
tienen su carácter dentro del ámbito teológico",
resaltó.
La estocada la clavó finamente, con una frase
sencilla pero elocuente, de esas que diciendo poco lo dicen todo, a las que no
hay que añadirle más:
"Divino,
sólo Dios".
Amén.
Marisabel