Quejas, quejas y más quejas y

cada vez más desprecio

 

Coronel (Ej-Ven) Manuel A Ledezma Hernández

 

Precisamente ayer un viejo conocido; que guarda estrecha amistad con varios militares profesionales retirados y con otros aún en servicio activo; me comentaba que era imposible mantener una conversación con cualquiera de ellos, incluyéndome, y que no sacaran a relucir la pésima situación económica en la que estaban sumidos; que si los hospitales militares estaban destruidos; que el círculo se volvió un club privado para rusos, chinos, políticos de ambos bandos y que jamás pueden conseguir alguna habitación en cualquiera de sus hoteles porque casi todas están inservibles u ocupadas por los personajes antes citados; se quejan de que el IPSFA es un cascarón vacío que no cumple con sus responsabilidades de seguridad y bienestar social, no tiene medicinas, sus clínicas están abarrotadas, sus sucursales están burocratizadas y en muchas de ellas maltratan a las personas de la tercera edad y casi nunca tienen respuestas para las necesidades de cualquier afiliado, sin importar si están o no en servicio activo y muy especialmente con los sobrevivientes que, prácticamente, son ignorados totalmente, no existe apoyo o crédito para adquirir o reparar una vivienda y que la última responsabilidad que le queda es pagar las pensiones; que el seguro [Horizonte] era inservible y no tienen ningún tipo de cobertura porque el ministro de la defensa no paga la prima que le corresponde y cuando lo hace, en realidad esa cobertura solo sirve para pagar la entrada a cualquier clínica y para más nada; que si la caja de ahorro está muy cerca de ser una caja estafadora ya que solo sirve para vender una bolsa de alimentos de la peor calidad que la más mala y más pobre bolsa de alimentos de otras instituciones; que si los sueldos y pensiones son una burla, una limosna; que a los militares retirados y sobrevivientes que viven en el exterior no les pagan sus pensiones; que algunos han llegado a creer que la intención más oscura es acabar con todos los viejos; otros están convencidos de que esas insuficiencias tienen un “saborcito de venganza” de ciertos personajes muy conocidos en contra de los más viejos soldados y sus familiares que, en los años sesenta, derrotaron militarmente a la peste cubano-comunista-traidores venezolanos.

Así estuvo parloteando un largo rato mi amigo, sin darme oportunidad de responderle en algún momento; cuando detecté que ya se le estaba agotando la lista de las cosas que había oído sobre nuestra situación de bienestar y seguridad social, lo interrumpí para tratar de explicarle algunas cosas y sobre todo las razones y quienes eran los verdaderos responsables de todas esas deficiencias.

Comencé por darle toda la razón sobre lo que había dicho porque todo eso es inocultable y absolutamente cierto.

No le pregunté si alguno de esos profesionales le dio una respuesta o justificación sobre por qué sucedía eso, pero sí le pregunté qué pensaba él sobre esas opiniones y me respondió que la impresión que tenía es que, a pesar de no tener la certeza, más no la duda de todo el drama que padecían, opinaba que los militares son unos quejicas e incapaces de hacer nada, por nada, ni siquiera por ellos ni por nadie; en esta última expresión […ni por nadie] dejó caer el respectivo piquete al revés.

Dejé el tema hasta allí, pero sí me dejó la intriga del porqué no hacemos nada ante esa situación.

Vamos a ver, la lista es larga, pero si lo observamos bien se reduce a solo tres puntos neurálgicos:

1. Características particulares anquilosadas en el militar venezolano, en especial aquellos antes de la involución abisal instaurada a partir de 1999.

2. El sistema de seguridad social para la fuerza armada y la ley que lo rige.

3. Quienes son los verdaderos y únicos responsables del desastre e insuficiencia de nuestra seguridad social.

Trataré de explicar cada uno de los puntos anteriores no sin antes advertir a mis gentiles y sobre todo pacientes lectores que probablemente puedo herir algunas susceptibilidades, si ese fuere el caso, lo siento.

***

Primera parte

Características particulares anquilosadas en el militar venezolano, en especial aquellos antes de la involución abisal instaurada a partir de 1999.

Lo que expondré más adelante está referido únicamente a la actitud y evolución del militar profesional ante la conculcación de sus derechos y beneficios sociales, muy próxima a su “auto suicidio” [recordemos quien acuñó la expresión] y la descarada violación de los derechos humanos, muy cerca del genocidio, como lo son:

- derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así mismo y a su familia, la salud, el bienestar y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; el derecho a los seguros en caso de enfermedad, invalidez, viudez, vejez (Seguridad y bienestar social); derecho a la vida;  derecho a la igual protección ante la ley; derecho al recurso efectivo ante tribunales competentes; derecho al descanso; derecho a un nivel de vida adecuado; derecho a la paz Tener y vivir en paz no solo quiere decir no vivir en guerra, sino que implica la satisfacción de las necesidades básicas, un desarrollo económico, social, político y cultural garantizado; el respeto al medio ambiente y la exigencia de la justicia y conocimiento de la verdad, así como el asilo. De este modo, la paz es una consecuencia de la satisfacción y existencia de los otros Derechos Humanos y, por ende, también inherente a todo ser humano»); derecho de que estos derechos, valga la redundancia, no sean suprimidos en ninguna circunstancia, ni por persona alguna sea quien sea ni el poder que ostente.

Como axioma final a los efectos de esta parte del escrito tenemos que:

«…ningún punto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para desarrollar actividades de supresión de los derechos y libertades proclamados en la Declaración.»

¿A qué viene lo anterior?

El hecho es que, se quiera o no, todos los militares egresados de los diferentes institutos docentes de las FF.AA.NN. nacimos, crecimos y nos desarrollamos bajo el imperio de aquel muy famoso, severo y aplicado a-raja-tabla, Reglamento de castigos disciplinarios Nº 6; inconscientemente lo incorporamos a nuestra particular forma de ser, pensar y actuar. Téngase en cuenta, constantemente, que ése reglamento fue aprobado el 31 de enero de 1949 y estuvo en vigencia hasta el año 2014… ¡sesenta y cinco (65) años!

A los efectos de lo dicho resalta el recontra usado artículo 4º

Contra las órdenes abusivas, quedará al inferior, después de obedecer, el recurso de queja ante el inmediato superior de aquél que dio la orden.

¿Y quién era el valiente, en ésa época, que acudiría al Mayor 2º comandante o al primer comandante para ponerle la piedra al Capitán de su compañía, en especial aquellos señores Capitanes de nuestra época?, actualmente, ¿quién o quiénes son los valientes que se atreven reclamar severamente y con todos los medios y procedimientos legales, nacionales e internacionales que se les restituyan los derechos conculcados y se respeten todos ellos?; son muchos los que alegan que no lo hacen por temor de perder las pensiones y los beneficios de nuestra seguridad social, y yo me permito preguntarles ¿cuál miserable pensión? ¿cuáles beneficios de nuestra seguridad social?

Seguimos, el artículo 6º

Estará prohibido proferir, ni tolerar a ningún subalterno, murmuraciones contra la Instituciones de la República, ni de los estados, ni contra las leyes, decretos o resoluciones o medidas, dictadas o tomadas por cualquier autoridad legítimamente constituida.

Para rematar, porque sería demasiado largo la argumentación, encontramos el artículo 46º

Las órdenes deben ser cumplidas sin dudas ni murmuraciones, porque el superior que las imparte es el único responsable de su ejecución y de sus consecuencias…,

aquí, resaltado en negrillas está un elemento ya inmerso en el punto 3º de este escrito; y aún hay más que refuerza esto último, el artículo 46º, en su parte final dice:

Al inferior sólo le queda el recurso de queja, pero después de haber obedecido. Mientras tanto, únicamente puede pedir aclaraciones cuando la orden recibida la parezca oscura, o cuando crea que lesiona profundamente su derecho.

Todo lo anterior, que al día de hoy puede ser considerado castrante y un limitante para exigir respeto a nuestros derechos, quedó grabado con fuego en “los genes de nuestra profesión”, tanto así que muchos consultores jurídicos, tanto del mindefensa como del IPSFA, se han atrevido insistir en que cualquier reclamo de parte de los que nos encontramos en situación de retiro, e incluso los familiares sobrevivientes, debe ser hecho en forma individual, personal y a través de los “canales” regulares; creo que muchos de estos abogados están totalmente desubicados ya que omiten los procedimientos legales disponibles para cualquier ciudadano no sujeto a la legislación militar y los que estamos en la situación de retiro dejamos de estar sujetos a esa citada legislación, excepto para los casos en los que se revelen secretos de seguridad de la nación obtenidos durante el ejercicio de la profesión.

Como consecuencia de lo anterior, los que nos encontramos en situación de retiro, la inmensa mayoría, acepta indefectiblemente las arbitrariedades de aquellos que en este momento están en servicio activo, y regresan inconscientemente a la vieja y superada condición de subalternos y solo se limitan a quejarse, a murmurar y derivar la responsabilidad de reclamar a otros y enrostrarles el por qué no hacen nada, mientras los afectados se refugian en sus penas y quejas, sin ni siquiera apoyar o alentar a aquellos militares profesionales que sí deciden por cuenta propia y a sus solas expensas, acudir a los tribunales para exigir que se respeten sus derechos y que se les restablezca todos aquellos que fueron conculcados. Ejemplos de esto último son numerosos.

***

Segunda parte

El sistema de seguridad social para la fuerza armada y la ley que lo rige.

De entrada y sin tapujos.

Nuestro sistema de seguridad social es un enorme desastre, una anarquía y un feudalismo insufrible. Así de sencillo.

Las razones son múltiples y la solución pasa por:

1. De nuestra parte reconocer y aceptar que, aunque estamos en situación de retiro, seguimos siendo militares y así lo establece la nueva Ley Constitucional de la FAN.

2. Rechazar la idea y la proposición de algunos, quizás resentidos, según la cual a partir del momento en el que pasamos a retiro dejamos de ser militares y pasamos a ser simplemente ciudadanos, sin profesión alguna. Ésta absurda proposición refuerza el punto anterior ya que, si no nos consideramos militares, entonces no nos corresponde lo que contemple la legislación sobre seguridad social para la FAN y si eso es así ¿qué tenemos que reclamar?

3. Rechazar la propuesta de algunos, incluyendo los mencionados en el punto anterior que sostienen, al igual que aquel nefasto e innombrable general (así, en minúsculas) que propuso pasar al IVSS a todos los militares retirados y los familiares sobrevivientes; idea que persiste hoy en día en los planes de algunos integrantes de la administración militar y en algunos retirados, tal y como sucede con uno que reside en el exterior que en una oportunidad dijo, acertadamente, que la seguridad social era; palabras más o palabras menos; desastrosa, y que era necesario llegar a la unificación de todo lo que tuviera que ver con la seguridad social en el país, bajo una sola ley, y sugirió incluir a la FAN. Es comprensible ése lapsus debido a la cantidad de años de residencia en el exterior y por lo tanto su desconexión con algunas cosas que han sucedido en nuestro país, entre ellas la aprobación y vigencia de una Ley orgánica del sistema de seguridad social que rige la seguridad social en nuestro país.

Adicionalmente es oportuno recordar que es un mandato Constitucional que la seguridad social de los integrantes de la FAN se regirá por una ley orgánica específica para la Institución armada.

Por cierto, la Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social tiene unos artículos interesantes que, quizás, si el tiempo terrenal no me atropella, los expondré ya que tienen bastante que extraerles.

4. Acabar, así como se escribe y se oye, con los feudos arraigados en nuestra seguridad social.

5. Acabar, ídem, con las improvisaciones y sobre todo con los absurdos nombramientos de personas que no tienen PI (libre interpretación) de lo que es esa “cosa” que mientan como bienestar y seguridad social y por lo tanto se limitan al “dulce no hacer nada, pero sí hacerme millonario”, como ya sabemos que ha sucedido en muchas ocasiones.

6. Revisar la LOSSFAN y transformarla en una ley orgánica - ¿constitucional según la última moda? - que esté orientada al verdadero bienestar y seguridad social; que reúna todos los elementos que, de una u otra forma, constituyan el único y real Sistema Integral de Bienestar y Seguridad Social de la FAN.

La redacción de esa ley no debe, no puede, quedar en manos exclusivas de abogados y políticos amparados en la muy falsa premisa según la cual “ellos son los únicos capaces de redactar una ley”, porque las leyes tienen la finalidad de regular ciertos aspectos de la vida diaria de los ciudadanos y, en nuestro caso específico, regular la obligación del Estado de cumplir con el derecho humano universal de la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; derecho a los seguros en caso de enfermedad, invalidez, viudez, vejez; derecho a la vida y no regular el derecho de los ciudadanos a recibir esos beneficios, pero normalmente los legisladores sólo piensan en el costo que representará para el Estado cumplir con esas obligaciones y siempre buscarán la vuelta para que esos beneficios estén lo más restringidos posible, por eso, en la discusión de nuestra ley de seguridad social tenemos que estar presente y ser actores y no mirones de palo todos los que nos veremos afectados por las restricciones que siempre van a pretender imponer los abogados y políticos legisladores.

***

Tercera parte

Quienes son los verdaderos y únicos responsables del desastre e insuficiencia de nuestra seguridad social.

En oportunidades anteriores he señalado a solo dos responsables, pero en realidad existe uno más que no es tangible.

Veamos al primero y principal responsable, casi el único responsable claramente señalado en nuestra LOSSFAN-2015.

Ese no es otro que la persona que ocupa el cargo de ministro del poder popular para la defensa desde hace aproximadamente siete (07) años, tres (03) meses y once (11) días a la fecha de este escrito; me refiero al ciudadano General en Jefe Vladimir Padrino López, quien hasta la fecha no ha hecho absolutamente nada por nuestra seguridad y bienestar social; todo lo contrario, desde su arribo a su actual cargo nuestra seguridad social se deterioró hasta traernos a la actual situación de indigencia; realmente desconoce o no le importa un ápice lo que dice la Constitución de la República ni muchísimo menos nuestra LOSSFAN 2015, ni siquiera tiene el sentido de humanidad ni compasión. Mansamente ha aceptado las imposiciones del verdadero Poder detrás del Poder, complaciéndolo en su sed de venganza por lo sucedido algunos gloriosos años atrás cuando éramos soldados de verdad.

El segundo responsable somos nosotros mismos que sólo nos limitamos a quejarnos, quejarnos y quejarnos; exigiendo a sus pares que hagan algo para solucionar el problema, e incluso criticando ácidamente a quienes; por cuenta propia; se dedican a la búsqueda de un paliativo, una alternativa reforzadora; así como sentar consciencia sobre la responsabilidad que tiene cada uno, pero nunca faltan los príncipes; con vaso de whisky 30 años en la mano; que critican y dicen que nada de lo que se propone es posible, pero esos príncipes son tan escasos de neuronas y gónadas que se les hace imposible hacer una propuesta ¿o será que sienten un placer cercano a un orgasmo cuando critican a los que si quieren trabajar en una solución?

El tercer elemento es intangible. Es ésa sensación de que todo se acabó, que ya no hay esperanza y solo resta refugiarse en la oración que corresponda a la religión que se profesa; pedir clemencia y compasión a la deidad en la que cada quien cree; convencidos de que contra el Poder no hay recursos que valgan.

A todo esto, hay que sumarle el desconocimiento de nuestros derechos y los procedimientos que se deben seguir, pero eso sí, nos hemos vuelto “doctores” en politiquería; en feroces toros de lidia para embestir cualquier trapo rojo que, uno detrás del otro, nos muestren desde el “oficialismo”, o desde la pusilánime oposición.

Todos olvidan que Ése Ser Supremo, sea quien sea Él, también otorgó a cada ser humano algo llamado “libre Albedrío”; así como también se debe tener presente el proverbio popular, pero no bíblico:

“AYÚDATE QUE YO TE AYUDARÉ”

Seguro que más de uno me replicará, muchas palabras y poca acción, en definitiva, ¿qué propones?

Mi respuesta es:

1. Unión. Unir esfuerzos, acabar con las diferencias absurdas y la dispersión de esfuerzos.

2. Firme resolución de buscar alternativas. Particularmente tengo una idea, una muy posible alternativa en vías de planificación.

3. Lograr, apoyar para alcanzar una no dependencia exclusiva del Estado, al contrario, obtener el poder suficiente para obligar a sus administradores, “NUESTROS EMPLEADOS”, a que cumplan con sus obligaciones y actúen ajustados a las leyes que rigen la materia de seguridad y bienestar social y adicionalmente, podamos reforzar esos beneficios y derechos y disfrutar de otros colaterales que se reflejen en una mayor calidad de vida.

4. Dejar de un lado el protagonismo y actuar como aprendimos en nuestros cursos donde vimos las asignaturas de Plana Mayor y Estado Mayor, ¿qué nos impide actuar así?, sin imposiciones de grado y antigüedad, siendo esto último, gracias a la vanidad y el protagonismo, lo que más nos perjudica.

Para esto es necesario tener fe, convicción, férrea decisión de salir de éste atolladero, buscar alternativas, dividirse el esfuerzo y tener confianza de que sí se puede alcanzar el propósito deseado.

¿Quijotes contra molinos de viento? ¿por qué no, si al final terminamos derrumbando esos molinos que perjudican nuestra calidad de vida y la de nuestra familia? ¿acaso no merecemos una mejor vida?

El proyecto está en pie, algunos ya tienen idea sobre qué trata, su propósito inmediato, medio y final. He recibido palabras alentadoras y otras no tanto y bastantes críticas en el sentido de que se le quita responsabilidades al Estado y a quienes lo administran, pero realmente prefiero quitarle eso a unos mercenarios y no morir abandonado, enfermo en alguna pocilga de hospital; aun cuando pagamos y seguimos pagando para que se nos atienda en nuestros hospitales y de los cuales somos rechazados después de haber entregado nuestra juventud, nuestra vida, familia, los momentos maravillosos como es estar en el momento del nacimiento de un hijo, participar de los sucesos felices o tristes en sus vidas, solo por mencionar algunos fugaces instantes que nos perdimos cuando estábamos en servicio activo y nuestras obligaciones profesionales estaban por encima de nuestras familias que, gracias a nuestras valiosas e irremplazables compañeras de vida nuestros hijos salieron adelante.

Lo dejo hasta aquí, porque... ya hay mucha nostalgia y comienza a aflorar mucha arrechera por lo que nos sucede. Disculpe usted.

Febrero, 05 de 2022