¿CUÁNTO
VALE LA VIDA DE UN SOLDADO?
Coronel (Ej-Ven) Manuel A Ledezma Hernández
Antes preguntémonos:
¿Cuánto vale la vida de un ser humano?
Para comenzar, debemos estar
claros que la vida de un ser humano no tiene un valor que se pueda calcular y
esto es porque todo depende de quién fija dicho valor el cual jamás será el
mismo que le otorgan las sanguijuelas aseguradoras, o los patrones
explotadores, o los traficantes de personas, comparado con el valor que le
puede atribuir una madre.
Generalmente recurrimos a formas
contables como el dinero, tal como lo hacen las compañías de seguro, y todos
sabemos que es un valor irreal y que siempre será a favor de la empresa
aseguradora porque ella impone condiciones para reconocer el pago de un
siniestro de pérdida de vida.
¿Por qué el más alto valor lo
podría decidir una madre?, porque ella y solo ella sabe lo que le costó
parirlo, acariciarlo, cuidarlo, alimentarlo, curarlo, velar por él o ella día y
noche, prepararlo para que pueda desenvolverse en el entorno social que lo
rodea; una madre conoce de sus sufrimientos y sus esperanzas, sus dolores, sus
ilusiones y decepciones y siempre estará a su lado para ayudarlo, amarlo,
defenderlo, aunque ese descendiente no se lo retribuya adecuadamente e incluso
la maltrate; esto solo tiene un significado: la vida no tiene un valor
tangible, ese valor viene dado solo por la medida en que cuidamos, tocamos,
amamos, miramos, intercambiamos experiencias con el ser humano que es dueño de esa
vida.
Entonces, ¿cuánto vale una vida?…
tendrá el valor según la profundidad de ese sentimiento intangible que sentimos
por un ser humano cercano y que se denomina ¡amor!
Dicho lo anterior, entonces:
¿Cuánto
vale la vida de un soldado?
Pero antes tenemos que saber, conocer, quién o qué es un soldado.
Un soldado, profesional o no, Oficial o Sargento, es un ser humano que
siente, padece, ama, llora; un soldado es un hijo, un hermano, un novio o novia;
un padre o madre, un cónyuge; que escogió ser militar por voluntad propia, que
decidió seguir el apostolado de las armas anteponiéndolo a su propia vida, su
familia y el bienestar de ambos con el sólo propósito de ser útil a su país y a
quienes en él viven y esto sólo lo entienden y lo interiorizan aquellos que
cumplieron su servicio en cualquier fuerza armada y los que aún se encuentran
en servicio activo.
¿Todos los militares son honestos e incorruptibles?… ¡por supuesto que
no!… como tampoco lo son los ductores de cualquier religión, los médicos, los
ingenieros y cualquier otra profesión, excepto los políticos porque en ellos la
honestidad es la cualidad más extraña.
Entonces, ¿cuánto vale la vida de un soldado? Ella vale, con creces,
mucho más que el doble del amor de una madre o de un padre, ¿verdad señor
Capitán de Navío?; y eso es porque a lo anterior hay que sumarle el amor que le
atribuyen sus compañeros de lides, sus subalternos, sus superiores y todas las
personas allegadas a los antes mencionados y aquellos que hemos pasado por el
dolor de perder a un soldado en combate, ¡eso jamás se olvida! sin embargo,
existe una triste excepción y ella reside en esta ahora Tierra en Desgracia.
Aquí, en Venezuela, la vida de un soldado parece que vale menos que un
barril de zurullos o excrementos que no sirven ni siquiera como abono.
Entremos en calor.
En Venezuela sucede un curioso fenómeno y es que, nadie tiene la culpa de
sus propias acciones, decisiones y errores, ¡LA CULPA SIEMPRE, SIEMPRE ES DE
OTRO Y JAMÁS DE QUIEN SE EQUIVOCA O ACTÚA MAL!
Específicamente, y en lo que concierne a este escrito, la culpa de toda
la desgracia y la ruina del país y de la casi totalidad de sus residentes;
excepto para aquellos que medran dentro y alrededor de la cúpula del
desgobierno, incluyendo a los manganzones políticos de la cómplice oposición
tipo “A” y “B” con el títere de turno a la cabeza; es atribuida única y exclusivamente
a los militares y jamás el venezolano admite, ni admitirá, que estamos
encharcados en este pantano por voluntad propia cuando colocamos, y seguimos
colocando y colocaremos en el poder, a los mismos mafiosos predadores y presuntos genocidas a través del voto. Algunos dirán… ¡los militares también ejercen el
derecho al voto!, es cierto, pero les pregunto… ¿ese porcentaje de votos es tan
elevado que logra decidir una elección?
Dicho lo anterior regresemos a nuestro asunto y aquí voy con los
militares, no con los institucionales, los soldados de corazón, pero sí con los
que son bolivarianos y sobre todo “bolivaristas”,
o mejor dicho… “dolaristas”, que
representan un muy alto porcentaje de Coroneles, Capitanes de Navío, Generales
y Almirantes, para ello basta ver sus actuaciones y sus deplorables
declaraciones.
De todos son más que conocidos los acontecimientos en el estado Apure, en
especial el asesinato, la masacre acaecida el pasado fin de semana y cuya
responsabilidad tiene que ser atribuida, en primera instancia, al Alto Mando
Militar en su condición de actor intelectual; a los comandantes de REDI, ZODI y
comandos subalternos responsables de la planificación, en su condición de
cómplices necesarios y, por supuesto, a los que ejecutaron la matanza por su
condición de asesinos.
En los diferentes vídeos que han circulado pudimos apreciar a un grupo de
gordos ¿generales y almirantes?, con impecables uniformes de campaña diseñando
su estrategia –recuerde que un “general” es un estratega– cual
gallina escarbando con sus patas en el suelo en busca de alimento, pregunto:
¿esos son los generales y almirantes que planificarán una guerra contra las
fuerzas armadas colombianas o con las fuerzas armadas británicas y de la Mancomunidad
de Naciones constituida por 54 países con una población aproximada a 2.584.952.000?…
¡por favor!
Claro, cómo van a estar entrenados y capacitados para el combate si solo están
preparados para cuidar mercados, vender cebollas, papel y toallas sanitarias y
planificar el empleo de subalternos para cuidar estaciones de aprovisionamiento
de combustibles con su respectiva “rentabilidad”.
Adicionalmente, para complementar lo anterior, ha circulado por la red
una comunicación, de fecha 30 de marzo de 2021, presuntamente emitida por el
Almirante en Jefe, Comandante Estratégico Operacional, ordenando a los Mayores
Generales y Almirantes, Comandantes Generales de Componentes, que las unidades
designadas para reforzar a las ya establecidas en el estado Apure, deben
recibir capacitación para el uso de armas, equipos y materiales de combate,
apoyo de combate y servicios de apoyo de combate, pero cuando uno detalla las
“asignaturas” con las cuales deben ser capacitadas se concluye que son
asignaturas de un curso básico que se imparte, o se debería impartir en los
primeros meses de entrenamiento para el combate individual y no para un
personal militar profesional que, se supone, pasó por los distintos institutos
académicos que los capacitó y certificó como militares profesionales; esto, en
caso de ser cierta esa comunicación, deja en clara evidencia la pobre calidad
de instrucción, capacitación y calificación del personal militar profesional en
todas sus categorías.
Por otra parte, es tal el desprecio hacia los militares profesionales
subalternos que basta comparar el trato y consideraciones dadas a un facineroso
y el ningún trato, o consideraciones, a los militares profesionales víctimas de
asesinato ¿premeditado? en el estado Apure.
Pero no solo es criticable el desprecio de parte del Alto Mando Militar y
de la cosa esa que se autocalifica como Comandante en Jefe, también es
criticable el total y absoluto desprecio demostrado por las cómplices “oposiciones”
tipos “A” y “B”, con el utópico presidente interino al frente que también ha
guardado un silencio despreciable y solo se ha limitado a hacer responsable a
quién dice ser el presidente de esta Tierra en Desgracia.
En resumen, el soldado venezolano solo es una ficha desechable que puede
ser usada en cualquier capricho que se le ocurra a los altos jerarcas de la administración
militar bolivariana; militar porque usa uniforme de militares; militar porque
tiene armas militares.
Dios y la Virgen del Carmen acojan en su reino a esos jóvenes mártires,
hagan posible la pronta recuperación de los heridos y traumatizados
psicológicamente, otorguen fortaleza a sus familiares, amigos y compañeros,
pero sobre todo otorguen luces a esos mismos compañeros para que actúen según
les dicte su conciencia, compañerismo y espíritu de cuerpo.
Abril, 28 de 2021